Dotado de una mente inagotable y una memoria prodigiosa, amante de todas las disciplinas -de la ciencia a la historia, y de la construcción a la agricultura-, Napoleón (1769 - 1821) transformó su natural sentido de la superioridad en instinto paternal: para él, los ciudadanos del Imperio eran niños a los que había que educar, con pintura, escultura, música y teatro. En los territorios que conquistó trajo la reforma escolar, revoluciones arquitectónicas y urbanísticas, y una nueva y triunfante forma de entender el clasicismo: el Estilo Imperio, del que forma parte integrante la figura del soberano, retratado en bustos de mármol, en monedas y cajas de rapé, o simplemente aludido con la famosa N inicial.