Tras la pelea con el alcalde Peppone, el obispo ha elegido un nuevo destino a Don Camilo. Un pueblecito de montaña muy indicado para que medite un párroco "de acción" como él. Mientras, en Brescello, dejando a un lado los conflictos ocasionados por la construcción de un dique, todos echan de menos a Don Camilo: los ancianos del pueblo se abstienen de morir, los niños se niegan a nacer y los enamorados a casarse sin la ayuda del cura del pueblo. Mientras, ajeno a lo que sucede en Brescello, Don Camilo se dará cuenta que está en el sitio equivocado y que es en su casa donde le necesitan.